"Normalización de la violencia en internet" parte 4
- Asesoria Eduprev
- Sep 11, 2022
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Parte 4
Por: Ana Camila Moreno Félix, Kaori Pino Urakami, Manuel Aceves Pineda, Milene Ruvalcaba, Carolina Aguilar Chávez.

Violencia y su relación con los medios de comunicación
Los medios de comunicación se han convertido en una herramienta facilitadora. Su generalidad está totalmente inmersa en la naturaleza del estilo de vida del ser humano y gran parte de la cultura de los estímulos y aceleración de procesos donde el contenido violento que presentan con mayor incidencia no permite el control del mismo, sus efectos en las personas muy pocas veces se reflexiona, incluso a veces se justifica sin racionalizar previamente dicho contenido (Ricaurte. P., 2010).
Comúnmente el contenido violento que se proyecta en los medios de comunicación es considerado como un factor que fomenta el desarrollo de violencia infantil y juvenil. Se considera un hecho innegable que los medios de comunicación digital han abierto nuevas vías en las que los jóvenes pueden conseguir, acceder y consumir de manera voluntaria e involuntaria contenido explícito violento. Hecho preocupante en la sociedad actual por un foco ampliado de nuevas formas de ejercer agresión social en vías digitales como físicas (Menor. J, Cruz. M., 2017).
La exposición no frenada ante películas, juegos de video, programas de televisión y audio videos, así como noticieros que exponen contenido violento, son considerados como causantes de la violencia en la que los jóvenes se ven involucrados. Se considera que el contenido de este tipo compartido en los medios de comunicación facilitan el aprendizaje de conductas violentas, sobre todo en aquellas personas que sufren de algún tipo de violencia, ya sea psicológica, física o verbal (Rojas, 2008).
Sin embargo, el descenso a lo largo de los años en el consumo de programas de televisión tiene un efecto contraproducente, a menor consumo de televisión, mayor consumo de contenido en internet. Partiendo de este punto, las poblaciones con acceso a internet o con futuro acceso serán mayores. Incluso la edad en la que comienza el consumo de internet se ampliará a edades menores. En España, jóvenes de 10 a 15 años tienen acceso a contenido violento en internet (INE, 2018). En México, los niños comienzan el consumo de contenido violento en internet de 6 a 11 años, con una incidencia de 10.1% en 2018 (Burgueño, E., 2020).
La violencia es considerada muy perjudicial por los efectos desde sus comienzos hasta la actualidad. A pesar de ello, es prescindible la necesidad de establecer una diferenciación entre agresión, violencia y los diferentes constructos que rodean el concepto de agresión. De este modo se podrá establecer con cierto grado de precisión los efectos de los contenidos sobre los niños y los jóvenes (Kirsh, 2012).
Se ha comprobado que una múltiple composición de factores desarrollan un comportamiento agresivo. En la adolescencia influye el sistema familiar ( baja participación de los padres en la educación, existencia de agresión verbal y física en el entorno familiar), los amigos, la escuela, y la personalidad del mismo individuo. A definir, Singer (1999), demostró que una composición de alta exposición a la violencia en televisión y la falta de supervisión de los padres es la que mejor define el comportamiento violento de los niños de primaria y secundaria.
Garbarino (1999), afirma que el número de variables riesgosas que impactan a los niños y adolescentes es un determinante importante que podría predecir la agresión y, comprueba que muchos de los niños con un único o dos únicos factores de riesgo como podrían ser una situación económica de pobreza en la familia, exposición a la violencia televisiva pueden aumentar su comportamiento agresivo. Sin embargo, los resultados de las investigaciones sobre violencia televisiva ahora se han relacionado a investigaciones realizadas sobre el consumo de contenido violento en videojuegos, arrojando resultados semejantes. Existe evidencia, tanto correlacional como experimental, que apoya la idea de una conexión entre la exposición a videojuegos violentos y el comportamiento agresivo (Menor. J, Cruz. M., 2017).
Siguiendo este orden, Fikkers, Piotrowski, Weeda, Vossen y Valkenburg (2013) concluyen que los jóvenes de 10 a 14 años solo se tornan mucho más agresivos como resultado de una exposición a juegos violentos y programas de televisión, cuando también están expuestos a una o múltiples agresiones en su entorno social, como el conflicto en su familia o el comportamiento agresivo entre las amistades.
A pesar de esto, los resultados no son del todo explícitos, y Ferguson, San Miguel, Garza y Jerabeck (2011), no encuentran que la violencia televisiva y en videojuegos sean predictores de la agresión o de la violencia juvenil cuando se incluye en el análisis variables como la influencia de la delincuencia entre los padres, rasgos antisociales de la personalidad, depresión y padres o tutores que usan el abuso psicológico en las relaciones íntimas; su análisis únicamente muestra la influencia de los videojuegos sobre el comportamiento de acoso.
Violencia y su relación con el entretenimiento En las últimas décadas, distintos tipos de violencia han estado presentes en los programas de televisión, música, videojuegos y otros productos para el entretenimiento, tanto de adultos, como de niños y jóvenes. Esta exposición constante a la violencia ha hecho a diversos sectores de la población considerar los efectos que esto tiene en la sociedad, que pueden ir desde desensibilización emocional ante la violencia, hasta “manipulaciones mentales” (Brodeur, 2018, p. 1).
Una de las formas de entretenimiento más acusadas de promover y normalizar conductas son los videojuegos de acción, en los que comúnmente el usuario perpetra violencia contra otras personas o seres vivos y es recompensado por esto. Estos supuestos, han llevado a los expertos a indagar los efectos que tienen sobre la conducta, y entre las investigaciones que existen sobre la relación entre los videojuegos violentos y conductas violentas, no se encuentran resultados tan concluyentes como muchos medios sensacionalistas y poco científicos hacen creer (Gómez del Castillo, 2005, p. 5).
La exposición a la violencia en la televisión, también ha causado preocupación en la sociedad desde que se empezó a entender que esta puede generar efectos negativos sobre los espectadores, sobre todo en los niños. Sin embargo, teorías actuales se apoyan en que la televisión no tiene una influencia directa en las conductas violentas sino que su influencia tiene interacción con otras fuentes de influencia y variables, como la familia, la escuela, los amigos, características del espectador, etc. (Dávila et. al., 2018, pp. 353-354).
La música también ha entrado en el discurso de la violencia, de manera positiva, denunciando, y de manera negativa, promoviendo o incitando conductas violentas. En el caso de la violencia contra las mujeres, muchas canciones, en sus letras, proyectan estereotipos que sitúan a la mujer y al hombre en posiciones distintas, incluso llegando a justificar la violencia contra las mujeres (Gómez y Pérez, 2016, p. 190).
Cómo es que todas estas expresiones y formas de normalizar la violencia comienzan a afectar por consiguiente a afectar al individuo, eso se explica a continuación.
Violencia y psicopatologías como consecuencia
Cómo explican Espina y Ortego (2002) Los actos violentos surgen de condicionantes y factores biológicos, psicológicos y sociales que se dividen en dos categorías, los endógenos: aquellos factores biológicos y psicológicos y los exógenos: los factores sociales y situacionales. Los factores psicológicos y biológicos están relacionados, estos se ven afectados por la actividad cerebral y la respuesta a estímulos internos y externos. En personas que tienen una patología estos inhibidores se ven afectados lo que los lleva a la falta de control al responder a los estímulos que les rodean.
Bandura ( Espina, A., Ortego, M., 2002) afirma, desde el aprendizaje social, que la agresión es instigada por modelos, estímulos aversivos, incentivos, instrucciones y creencias anormales, y se mantiene por medio de la autorregulación, estímulos externos y experiencias vicarias. Los trastornos psicológicos se asocian con la violencia cuando hay desviaciones en el SNC disminuyendo la capacidad de reacciones inhibitorias que deterioran los procesos cognitivos cómo la memoria, la atención, la percepción, concentración entre otros llevando a exponer los estímulos a respuestas inapropiadas, sin embargo es importante aclarar que un trastorno psicológico no es sinónimo violencia.
"Normalización de la violencia en internet"
Referencias bibliográficas:
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